“¿Stretococusmiceininicida o Loicalahuencachu?”
Recuerdo las grandes bandadas de “Pechos Colorados”, que con otros pajaritos poblaban los campos; a pocas cuadras de nuestro pueblo. A propósito; hace años que no veo uno “ni pa’ remedio”. ¿Y qué remedio se puede hacer con un “pecho colorado”?, me dirán.
Y ya nomás les cuento: De joven, en andanzas por pampas semi-despobladas, la herida de una púa oxidada no quería sanar, y con las heladas, más se ulceraba.
En un puesto perdido entre los neneos, se ofreció a curarme una vieja “machi”. María Tero… le decían. Por curiosidad acepté; me llevó aparte, echó unas bocanadas de humo de tabaco y me pasó varias veces por la herida unas plumitas coloradas pegadas a un palito, mientras canturreaba en “la lengua”.
Después me dijo que al acostarme me aplicara un yuyo que me dio, al que debía machacar y hervir y aguantar lo más caliente que resistiera.
Así lo hice y me acosté; me punzaba la herida tumefacta… al fin me dormí.
Estaba soñando que unos “Pechos Colorados” picoteaban mi herida y de pronto sentí un gran alivio y desperté… era el amanecer, la llaga había supurado y ya no dolía en absoluto; para la tarde ni me acordaba de ella, que apenas dejó una cicatriz que desapareció gradualmente.
Antes de ausentarme, fui a hacer un regalito a “Doña Tero”, (una botellita de ” Caña Pecho Colorado”, por supuesto), y me confió que la cura me la hizo con la ayuda de “Genechén” (Dios), de “Pichuin Loica” (Plumitas de Pecho Colorado) y con “Loicalahuencachu”(pasto que cura las llagas). Me dijo que en “lengua de paisanos” Loica quiere decir llaga, herida, matadura, y como al pajarito le resalta rojo como sangrante el pecho, también se llama Loica.
Caña de por medio, me confió la relación mágica de las plumas con la cura y me relató su leyenda; pero ésto es secreto que no me permitió divulgar y cumpliré mi palabra, porque aunque Doña Tero andaba por los cien y pasaron otros 47 años capaz que todavía vive y se me presenta en un remolino de viento, a reprenderme porque… con las “machi”, ¡nunca se sabe!.
De lo que sí puedo hablar es del yuyito “Loicalahuencachu”; pertenece a nuestra flora indígena y a pesar de las fumigaciones todavía es común por nuestra zona. Lo conocemos por “alfilerillo”, que le pusieron los españoles, por sus estambres que semejan alfileres; su fama curativa del indígena pasó al gaucho y luego al criollo y al gringo actuales.
Relataré un caso de aplicación del yuyo, porque permite rememorar tradiciones locales casi olvidadas.
En el Álbum de Gonzales Chaves, que editó el Diario “El Heraldo” en 1929, hay un reportaje a un antiguo poblador, en esa época centenario o casi; Demetrio Rodriguez, “El Pampa Demetrio”. Siendo pibe, en viaje por caminos de tierra, para el lado de Pringles, acompañaba Yo a un encargado de campo, también de la vieja estirpe de nuestra zona; conversando para acortar el viaje recordó al pasar la tapera de un boliche derruido, que en esa esquina, al Pampa Demetrio, una mañana en pelea, otro paisano le hizo un “barbijo” en un carrillo que “mostraba las muelas por el costado de la cara”.
Contó que montó su caballo y se retiró de la pulpería, perdiéndose en los fachinales…algunos comentaban que se iba a morir desangrado, porque el hachazo era fiero… Para la tardecita ya estaba El Pampa de vuelta en el negocio, la cara envuelta, casi tapada con un emplasto de alfilerillo atado con el pañuelo de cuello; tomaba caña con una bombilla, porque apenas si podía abrir la boca y se quedó a esperar si regresaba el rival para seguir la pelea.
También en los folletines de Gutierrez, “El Cuerudo”, aquel pendenciero que para emular a Juan Moreira, provocaba a la partida de Policía, y siempre perdía y le dejaban el lomo overo a rebencazos; pero cuando lo largaban, el “Cuerudo” se lavaba con caña y alfilerillo y se tendía boca abajo al sol con lo que pronto cicatrizaba y volvía a buscar a los milicos para pelearlos.
Pero ahora existen ANTIBIÓTICOS, de nombres tan largos, pero menos eufónicos que “Loicalahuencachú”, y éste no tenía contraindicaciones para alérgicos (no se había inventado la alergia).
Pero mañana, los laboratorios norteamericanos patentarán su extracto y les venderán por “INTERNET” y a dólar contante el medicamento, a los tataranietos de Demetrio y Doña Tero, que olvidaron sus tradiciones.
Un dia de estos voy a pasar por Chaves, a llevarme una charla con Osvaldo (a quien no veo desde hace 25 años), unos potes de dulce de “La Chavense” y alfilerillo, para ver si alguien quiere investigarlo aqui en Bahía Blanca.
Muy linda la enseñanza de doña tero