Literatura de Cordel y Un Payador Perseguido
La literatura de Cordel (de la que quizás Chaverías sea una descendiente tardía) es esa hermanita postergada de la literatura consagrada.
Cumplió durante los últimos decenios del siglo 19 y casi todos los del 20 una tarea de divulgación y docencia a su modo, entre el numeroso sector proletario, al que la escuela pública, había parcialmente alfabetizado.
En esos libritos precarios y de costo ínfimo, difundían sus conceptos ideólogos obreros más o menos anarquistas, filósofos libertarios o socialistas, los payadores, los poetas populares gauchescos precursores de lo que ahora denominamos folklóricos.
O solían ocuparse de noticias de algún raro crimen que conmovía cada tanto, de romances desdichados, diatribas contra la guerra o la carestía, de las hazañas de bandoleros románticos, de los primeros triunfos deportivos nacionales y también letras picarescas, que nunca llegaban a la pornografía, y hoy resultan patéticamente ingenuas.
Esa literatura, casi anónima, tenía un trasfondo moral y humanista precursor de avance social.
Cumplió también, una tarea de unificación cultural, en el heterogéneo conglomerado del pueblo en gestación nacional.
¿Cuántos hijos de los grin gos inmigrantes aprendieron en chacras y conventillos, los fundamentos de las tradiciones criollas y sus formas idiomáticas, leyendo estos folletines?
¿Cuantos “paisanos crudos”, semiindígenas, se enteraron por este medio del acontecer universal, e incorporaron nuevos conceptos y expresiones de la modernidad, a su acervo nativo?
¿Cuántas niñas aprendieron las letras de románticas canciones o del tango de moda, en aquellas legendarias revistas “el alma que canta” y “el canta claro”?
¿Cuántas veces fueron estos escritos semiclandestinos, los únicos alegatos posibles de opositores políticos, o los denunciantes de prepotencias e injusticias institucionalizadas?