Archivos secretos 6

– Varguitas no me sirve porque es muy previsible. Para vapulear a Castro necesito un izquierdista y casi no quedan… En una de esas usted está pensando en acompañar la libertad de comercio y éste es el momento propicio para hacerlo saber…

– ¿Héroe de la patria, como en Lituania?

– Las condecoraciones vienen después.

– No, le agradezco. Acá tenemos al diputado Bravo que dice ser rojo de la cabeza a los pies.

– No hay más rojos, hombre. Apúrese que el Primer Mundo se llena y las becas no alcanzan para todos.

– Preferiría no hacerlo.

– Mire que sale una ley que protege a los arrepentidos.

– Se lo iba a decir.

– Y otra de flexibilización del empleo.

– Me está amenazando…

– No, le aviso. Hágame unas líneas sobre Fidel. Usted lo conoció, ¿no? Estuvo con él.

– Eso ya lo escribí.

– Justamente. Se trata de reescribir.

– Insisto: preferiría no hacerlo.

– Está bien, entonces lo voy a tener que pensar.

– ¿En qué tiene que pensar? Puede echarme ahora, para lo que me paga…

– Eso es lo que me preocupa; quedan tan pocos utópicos que cuando los necesite voy a tener que pagarlos a precio de oro.

– Pero si me acaba de decir que no valen para nada.

– Bueno, pero alguno hay que tener para demostrar que uno es democrático y tolerante. Déjeme pensarlo…

– ¡No, no, rájeme antes de que salga la ley de Cavallo!¡No me haga perder la indemnización!

– Suponga que escribe unas líneas aplaudiendo la renuncia argentina a los No Alineados y yo lo echo enseguida.

– Mejor no. Si escribo eso nos ascienden a los dos. Capaz que me instalan el DDI y Neustadt me invita al programa.

– ¿Entonces no quiere entrar en el Primer Mundo? Mire que nos asociamos con Guido Di Tella para abrir una oficina en Lituania…

– Guárdensela. Que les sea rentable.

– No sea terco, ¿qué le cuesta tirarle un elogio a Todman por su labor en el Parlamento argentino? ¿O tiene algo contra los negros?

– Nada, hace un siglo este país estaba lleno de negros. Parece que el tango nos viene de ahí.

– ¿Y qué les pasó?

– Mitre perdió unos cuantos en la guerra del Paraguay y a los otros los agarró la fiebre amarilla.

– Oiga, ¿es cierto lo que dice mi mujer, que Belgrano quería coronar al Inca?

– Claro, para consagrar la unidad americana.

– Y bueno, ya que quieren un mercado común con Bush, ¿por qué no se dejan de vueltas y lo coronan al Negro? El espíritu americanista queda intacto, ¿no?

– No estoy seguro…

– Escriba un buen artículo proponiendo eso. América para los americanos de Alaska a Tierra del Fuego. De título le puede poner “La utopía del patrón”. Mándemelo por fax a Vilna.

– ¿Dónde queda eso?

– ¡En Lituania, bruto! Es la capital simbólica del nuevo orden mundial.

Osvaldo Furlani

 Setiembre  2011 

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