La vieja semilla

Versos sin aula
De don Martín Castro, un payador perseguido (evocados de memoria)

 

Yo no he tenido colegio
Nadie me enseñó a cantar
Todo lo traje en el alma
Desde el vientre maternal

Y como los versos míos
Son de sabor popular
Entre los con pan, no gustan
Gustan entre los sin pan.

Y los que pueden me exigen
Con alevoso ademán
Que no piense, que no escriba
Y haga un silencio verbal
¿Cómo quiere el que no piensa
Obligarme a no pensar?
Él, que es una piedra en bruto
Puesta para tropezar.

Y yo he nacido con alas
Con alas de un libre ideal,
Él nació para quedarse
¡Yo nací para volar!
La tiranía del mundo
Huye de los pueblos ya
a grandes pasos tras de ella
avanza la libertad»

Yo fui como una cartilla
En la mente popular:
Las cinco primeras letras
De la redención social.

He sembrado rebeldías
De la guitarra al compás
Como siembran los labriegos
El trigo de nuestro pan.

Querer negarle una idea
A una cabeza normal
Es querer que una violeta
Florezca sin perfumar
Como castigar la estrella
Que ilumina desde allá
El reflejo de la luna
Y el rayo de luz solar.

Pero hay testas que no tienen
Luces de la libertad
Que no brotan las semillas
Como en la tierra con sal
Porque la ley les obliga
A no pensar más allá
De lo que piensa el gendarme
Y el caudillo del lugar.

Un comentario en “La vieja semilla

  1. Estimado Osvaldo:
    seguramente usted no me conoce, pero desde hace mucho años soy admirador suyo. Recuerdo que siendo alumno de la Escuela N° 9, usted nos brindó una charla, sumamente interesante, sobre las comunidades que preexistían a la conformación del poblado de Adolfo Gonzales Chaves y posteriormente del partido homónimo. Yo seguí mis estudios como docente en historia, y realmente me han fascinado todos los relatos y artículos que ha publicado en este blog. Y debo reconocerle además, que a partir de la lectura de Ch’Averias comencé a tener un profundo interés por el componente criollo que habitaba el sudeste bonaerense, grupo étnico que como usted refirió en el artículo dedicado a las andanzas de Don Eusebio Freidiaz, fue injustamente olvidado y excluido de toda obra conmemorativa que alude a la historia de los partidos bonaerenses.
    Espero así, que algún día, cuando regrese a Chaves, y si me lo permite, pueda entablar una conversación con usted para proseguir aprendiendo de sus admirables saberes sobre la historia local.

    Un saludo afectuoso,
    Pedro Berardi

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