Tienen por armas unos dardos, en la punta tienen un filo hecho de pedernal y también una bola de piedra y colocada en ella un cordel.
Ellos tiran esta bola alrededor de las patas de un caballo de modo que tiene que caer. Con esta bola mataron a nuestro capitán y sus hidalgos, pues yo mismo lo he visto y a los infantes con los dardos.
Dios no dio gracia divina que vencimos y ocupamos su lugar, pero de los indios no pudimos apresar ninguno. Los querandíes habían hecho huir a sus mujeres e hijos antes que los atacaran y en la localidad no hallamos nada, fuera de corambre de nutria sobado y mucha harina de pescado. Dejamos cien hombres, pues hay buena agua de pesca para que pescaran con las redes de los indios, para mantener a la gente.”
Hoy la justicia absolvería a los querandíes por actuar en defensa propia.
A los españoles los encontraría culpables de: asesinato, robo en banda, destrucción de bienes, usurpación, intento de secuestro y esclavitud, pero tal vez alegarían “obediencia debida” a don Pedro de Mendoza. Dejémoslo ahí.
Parece que la historia no enseñó nada: comparemos las relaciones de Buenos Aires con su conurbano, cuatrocientos años después. Y con aquello de que “La violencia de arriba engendra la violencia de abajo” y veremos que aquella diremos “primera huelga de proveedores originó el cerco de Buenos Aires por aquellos tatarabuelos indígenas de los modernos piqueteros.
Nos cuenta el mercenario: “En este tiempo vinieron los indios contra nuestro asiento con un poder e ímpetu, hasta veinte mil hombres, y eran en conjunto cuatro naciones: una se llamaba los querandíes, la otra los charrúas, la tercera los mbegúas y la otra los timbues.”
Otro ejemplo de la historia: superando sus enemistades tradicionales y uniéndose fueron más fuertes que el invasor extranjero. Sigue el documento antiguo: “algunos indios llevaban el asalto y los otos tiraban sobre las casas flechas encendidas quemando también cuatro barcos grandes que estaban en la costa y perecieron de nosotros cerca de treinta, entre alfereces, capitanes y otros buenos compañeros, dios les sea clemente.
Esto ha ocurrido en el año de 1535 y el día de San Juan – Ulrico Schimidl – Viaje a las Indias, escrito antes de 1567.
O por que dieran cumplida la ley india de venganza de sangre, o porque el terreno no pudiera sustentar con la caza tal concentración humana, se dispersaron los indígenas, dejando solo a los españoles.
Estos incapaces de mantenerse por sus propios medios, sufrieron una terrible hambruna, terminando por embarcarse, abandonando la zona.
Articulo de O. Furlani sobre El Centenario de A.G.Chaves,
Muy bueno y deja muy bien reivindicados a los habitantes originarios de nuestros lares.