Centro de Jubilados y Pensionados

Como muchos percibían grandes retroactivos, se hizo tradición que el que obtenía el beneficio brindara un asado a la criolla a los compañeros. Por lo general se levantaba un toldo con una lona grande de la estiba, en casa de Juan Varela (Varelita) o en lo de don Claro Ramallo. Y solía haber música y baile.

Cuando se jubiló don Fidel Evangelista (había sido estibador en el Puerto de Boston, EEUU) haciendo gala de la solidaridad internacionalista de la vieja estiba, además de la fiesta, proveyó de trajes, zapatos y ropa de cama a los compañeros que lo precisaban, con su cuantiosa retroactividad.

Personalmente, me queda la satisfacción de haber sido parte con tantos compañeros, de largos años de Congresos, peticiones, entrevistas a autoridades, ponencias, estudios, anteproyectos, huelgas, manifestaciones, gestiones, propuestas, denuncias, verificaciones, llevar compañeros a juntas médicas, reclamar aportes retenidos, blanqueos de trabajos en negro, etc.

Además de contribuir a lograr y hacer efectiva una legislación previsional que fue orgullo de la Argentina y admirada en toda América y en el orden local permitió a cientos de compañeros subsistir en su vejez, inyectando en nuestro medio una interesante cantidad de dinero de estos haberes.

Más tarde fui parte de la resistencia desesperada que opuso la clase obrera al deterioro y anulación deliberada de estas conquistas.

Comentando un día el tiempo que restaba a nuestras otras tareas la atención del sector pasivo con Pedro Montero, Secretario de los Estibadores de Dorrego, a quien sucedía otro tanto, éste compañero me conectó con un legendario luchador, el ferroviario jubilado don José Magnani, quien venía organizando a la clase pasiva, había fundado recientemente en Bahía Blanca la Unión de Centros de Jubilados y Pensionados Cono Sur, y a través de la Mesa Coordinadora de Organizaciones de Jubilados y Pensionados de la República Argentina, estaba empeñado en lucha frontal contra la dictadura de Onganía y sucesores.

Damos a luz El Centro de Jubilados

Para no comprometer al Sindicato y evitarle gastos, tuve el honor de hospedar en mi hogar a don José, entonces septuagenario, en la habitación de mis hijitos, que lo llamaban “el abuelito”. En una vieja bicicleta, don José personalmente entrevistaba a los jubilados, recorriendo las calles de Chaves sin llamar la atención por su humilde personalidad.

Mientras yo apalabraba a los rurales y estibadores, él se conectaba con los ferroviarios, don Luis Bartolozzi y Díaz Dos Santos, panaderos: Ramón Castillo, Ramón Erdocia y Serviliano De Sábato y otros.

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